domingo, 27 de diciembre de 2009

No es que no...


Ana, una vez más, se miró frente al espejo. Le gustaba lo que veía; no recordaba la última vez que se había puesto linda, por decirlo de alguna forma. De todos modos, no iba a pasar nada del otro mundo, pero así y todo, esperaba verle, aunque más no fuesen unos minutos.
Pero no. De repente, una tormenta le nubló la expectativa. A Ana le gustan esos días, de lluvias y relámpagos ténues, pero no esas tormentas que lo apagan todo. Justamente, había sido un "viaje relámpago". Que ironía, ¿no? Esa fue su visión, no la de Ana, obviamente...
En cuestión de segundos, lo que había resultado en una alineación de brillantes planetas y constelaciones, terminó siendo una invasión de meteoritos al universo de sus sentimientos... Y mientras forzaba sus palabras en un intento de soportar la mala suerte, se le hizo un nudo en la garganta. Estuvo a un paso de soltar una lágrima, pero no. No lloró, porque a esta altura, llorar por los hombres no está permitido. Al menos conservaría las ganas de dejar fluir el río, en algún lugar oculto de su ser. Al menos, por ahora.
"No es que no...", pero es que sí.
Poco a poco, Ana se va haciendo la idea. Le cayó tarde la ficha, pero está justificado. Difícilmente pueda pegar el sueño rápido. Eso lo descubrirá al apoyar la cabeza sobre la almohada. Mejor que lo haga ya, no vaya a ser que se quede dormida y pierda el colectivo...

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