lunes, 16 de noviembre de 2009

Es de noche, y sus dedos dibujan notas en el violín. Refleja su tristeza a través de los acordes. Una música sombría, un sabor salado de lágrimas, que caen lentamente como una lluvia que no cesa.
Poco recordaba de sus clases, pero era por falta de práctica. Aún así, respiró hondo y se dejó llevar. Necesitaba canalizar sus sentimientos, de otra forma explotaría por dentro, y su alma se haría pedazos con sólo abrir los ojos.
Pensó en todo lo que pensaba día a día, una y otra vez. A veces se sentía enferma de tanto pensar, de no hallar consuelo para este sufrimiento. ¿Por qué sufriría, si lo que siente es magnífico? Y luego comprendió que cuando sólo uno siente y no sienten los dos, se sufre el doble, por amar y no ser amado.
Alguna vez dijo que la vida era absurda, vacía, porque faltaba su presencia... La vida le sigue pareciendo absurda y vacía.
Se toma unos minutos, reposa el instrumento sobre la cama, fría.
Se acerca al espejo; su imagen se fragmenta, pero cuando logra ver su rostro, cree ver un fantasma delante de ella. Intenta maquillarse pero no consigue cubrir cada uno de los surcos que dejan sus lágrimas. Apenas puede apreciarse, la luz es escasa. Poco entra por la ventana.
Presencia el silencio de su voz apagada. Quiere hablar, decir algo, pero es inútil.
Y cuando se agotan sus fuerzas, las notas desaparecen poco a poco. Sólo quedan tonos frágiles, incoherentes, que se pierden en el tiempo.
Se deja caer lentamente en su lecho, como una hoja quebradiza de otoño se hace añicos, y se sumerge en un sueño profundo, para nunca más volver a despertar.

2 comentarios:

  1. que BUENA foto ilustra tu blog arriba :)
    felicitaciones

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  2. Viste?? es preciosa!

    Gracias por pasarte por el blog, saludos!!!

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