Estaba ansiosa por lo que iba a pasar...por lo que podía pasar. Todos sus deseos iban a tener lugar esa noche, quizá la única, o quizá el comienzo de infinitas noches...
Se conocieron hace un tiempo, no sabría especificarlo, porque la virtualidad no lo permite.
Y en un momento dado, decidieron transformar esa virtualidad en realidad. Apuntaron un día, no un día en especial, sino aquél que ellos transformarían en especial.
Ella estaba preparada. Ni siquiera la distancia más larga fue un impedimento para tomar el primer vuelo de la mañana hacia lo que sería su destino final. Y así lo hizo.
Se puso sus auriculares y dio rienda suelta a la imaginación gracias a la melodía de Conjure One...
Y se vio como en un sueño, bailando, envuelta en el deseo, que sólo podría satisfacer él, y mientras seguía bailando y bailando, una fuerza se apoderó de su cuerpo y la tomó entre sus brazos... y con su mirada penetrante y el fuego que irradiaba de sus ojos, la hizo suya. Ella, entregada ciegamente al hombre que había ocupado su cabeza todo este tiempo, no se negó, para nada. Y acompañó sus movimientos, su sed de lujuria y se volcaron a un calor que sólo dos almas en pena podían generar el uno por el otro.
Mientras tanto, un dulce veneno corría por su sangre...
Llegó a destino, media adormecida. El CD de Conjure One sólo había durado menos de la mitad del viaje, pero ella no se había dado cuenta. Se paró, sintió un leve dolor de cabeza acompañado por un tambaleo, otro pasajero le preguntó si se sentía bien, a lo que ella asintió, cuando en realidad sentía que todo en su interior le daba vueltas...bajó del avión. Se veía a sí misma como perdida, le molestaba el ruido, la gente, los pensamientos de la gente.
"¿Por qué parece que estuviera oyendo a todos?", se preguntó, confundida.
Y allí estaba él, esperándola. No tardaron en reconocerse, porque se olieron al instante. El tenía esa mirada que recordaba haber visto en su sueño, y por un momento el mundo se detuvo. No sabe por cuánto, pero fue el suficiente para darse cuenta que ya no sería la misma.
De repente, sintió una suave molestia en su cuello, y para cerciorarse que no fuera un nudo o una posible tortícolis, pasó su mano, mientras él observaba...y notó que tenía dos marcas, o dos puntos, que latían con fuerza. Una corriente de miedo y emoción la rodeaba, no sabía si salir despavorida o hacerse la idea que ya no había vuelta atrás.
Quedó inmóvil, vulnerable y sin control. Después de todo, alguna vez había soñado con que la eternidad no era tan mala. Y él, al verla en ese estado, se acercó y tomó su mano, fría como la nieve.
La miró, y le dijo: "Bienvenida"...
Se conocieron hace un tiempo, no sabría especificarlo, porque la virtualidad no lo permite.
Y en un momento dado, decidieron transformar esa virtualidad en realidad. Apuntaron un día, no un día en especial, sino aquél que ellos transformarían en especial.
Ella estaba preparada. Ni siquiera la distancia más larga fue un impedimento para tomar el primer vuelo de la mañana hacia lo que sería su destino final. Y así lo hizo.
Se puso sus auriculares y dio rienda suelta a la imaginación gracias a la melodía de Conjure One...
Y se vio como en un sueño, bailando, envuelta en el deseo, que sólo podría satisfacer él, y mientras seguía bailando y bailando, una fuerza se apoderó de su cuerpo y la tomó entre sus brazos... y con su mirada penetrante y el fuego que irradiaba de sus ojos, la hizo suya. Ella, entregada ciegamente al hombre que había ocupado su cabeza todo este tiempo, no se negó, para nada. Y acompañó sus movimientos, su sed de lujuria y se volcaron a un calor que sólo dos almas en pena podían generar el uno por el otro.
Mientras tanto, un dulce veneno corría por su sangre...
Llegó a destino, media adormecida. El CD de Conjure One sólo había durado menos de la mitad del viaje, pero ella no se había dado cuenta. Se paró, sintió un leve dolor de cabeza acompañado por un tambaleo, otro pasajero le preguntó si se sentía bien, a lo que ella asintió, cuando en realidad sentía que todo en su interior le daba vueltas...bajó del avión. Se veía a sí misma como perdida, le molestaba el ruido, la gente, los pensamientos de la gente.
"¿Por qué parece que estuviera oyendo a todos?", se preguntó, confundida.
Y allí estaba él, esperándola. No tardaron en reconocerse, porque se olieron al instante. El tenía esa mirada que recordaba haber visto en su sueño, y por un momento el mundo se detuvo. No sabe por cuánto, pero fue el suficiente para darse cuenta que ya no sería la misma.
De repente, sintió una suave molestia en su cuello, y para cerciorarse que no fuera un nudo o una posible tortícolis, pasó su mano, mientras él observaba...y notó que tenía dos marcas, o dos puntos, que latían con fuerza. Una corriente de miedo y emoción la rodeaba, no sabía si salir despavorida o hacerse la idea que ya no había vuelta atrás.
Quedó inmóvil, vulnerable y sin control. Después de todo, alguna vez había soñado con que la eternidad no era tan mala. Y él, al verla en ese estado, se acercó y tomó su mano, fría como la nieve.
La miró, y le dijo: "Bienvenida"...
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